sábado, 31 de enero de 2009

Meme: Mikem´s Site TE REGALA ESTE PAQUETE

Desde el fabuloso blog "Las crónicas de AXA" recibo este meme-concurso. y yo le estoy agradecido. Como siempre, las reglas a seguir son estas:

1_ Enlazar esta entrada.

2_ Invitar a otros cinco blogs a participar en el concurso. Estos son mis candidatos:

-A saber

-El ojo de cristal

-La mery

-Orichalcum

-Tinta Tonta

_ Dejar un comentario en esta entrada.

Muchísima suerte y divertíos.

domingo, 25 de enero de 2009

Un rostro y un nombre...(7ª parte)

Volver por donde había venido para llegar hasta Nagre no era una opción. Era el camino corto, sí. Pero me llevaba directamente por el pasillo donde el R.S. estaba “atrapado”.
Decidí seguir adelante, ya me encargaría de mi compañero cuando la situación lo permitiera. Mi prioridad era localizar el puente de mandos de la nave y si no encontraba a la tripulación allí, ojear el cuaderno de abordo para averiguar qué estaba sucediendo.
Por otro lado estaban las misteriosas visiones que padecía. Aquel rostro pixelado y la incesante búsqueda de su nombre, que me perseguían fuera donde fuera.
Me dolía todo el cuerpo. Sin duda el androide me había vapuleado bastante. Mientras caminaba, palpé varias partes de mi cuerpo para corroborar si padecía alguna contusión importante o no eran más que moratones. De pronto, noté algo raro en el antebrazo derecho. Pensé que sería alguna esquirla clavada de cuando el Cyborg me arrastró por la cubierta. En cambio, era una especie de implante subcutáneo.

[Quizá un chip de control para acceder a la Novus Spes,ei. ]

Pero no recordaba que nos exigieran llevar algo parecido ni, de ser así, el momento en el que nos lo había puesto. Al agarrarlo sentí un leve cosquilleo. Una imagen acudió de inmediato a mi mente. Era Acidia.
Syn y yo nos encontrábamos en la fiesta after-hours huyendo de unos androides cuando Acidia agarró mi brazo.

-¿Te marchas?

Fue ahí cuando sentí el mismo cosquilleo. Había sido ella. En ese momento me hizo el micro implante. Su imagen estaba clara. Ahora la siguiente pregunta a responder era…

[¿Para qué cojones sirve este chisme?]

Fuera cual fuera su utilidad, también debía esperar. Encontrar el puente de mandos era lo primordial.

[Acabo de llegar al cuadrante “B-4”… he de alcanzar al “A-6”]

Estuviera en el cuadrante que fuera, todos los ascensores del piso 4º se verían afectados por el programa de emergencia que poco antes había hecho saltar.
El puente de mandos estaba en los niveles superiores. Principalmente en el “A-6” desde donde se dirigía la ciudad espacial Novus Spes,ei. Donde debía dirigirme.
Traté de acceder a las escaleras de emergencia, pero las entradas estaban bloqueadas. La primera acción del programa de barrido de cuarentena de un R.S. era clausurar todas las posibles salidas o entradas no mecánicas, asegurándose así de que no escapaba ningún organismo vivo. Los elevadores o montacargas no solían entrar en esas directrices porque una alarma de cuarentena ya los desconectaba por sí misma.
Me encontraba atrapado. El único camino era dar la vuelta y enfrentarme al R.S., una muerte casi segura. Entonces un gran estruendo recorrió los interiores de la ciudad. Sin duda el R.S acababa de salir de su pequeña prisión.
Rendido, me senté un momento sobre la cubierta. Pasaron por mi mente todo tipo de imágenes. Recordé mis primeras experiencias con los R.S. en la “Prócer”. Entonces eso me dio una idea. Quizá sí que pudiera llegar al cuadrante “A-6” y de paso acabar con el R.S. al mismo tiempo.

jueves, 22 de enero de 2009

Hacia el futuro... [ 2 ]

Capítulos anteriores: [1]

2

La idea no se la transmitió una musa al soplarle. No. Era todo mucho más complicado. No se había mirado al espejo esa tarde tras oír el portazo de Eva la prostituta y había dicho “Tengo una idea”. No. Sino la frustración de diez años sobre sus espaldas. Largos meses de espera para conseguir un producto que luego no llegaba con las cualidades requeridas ni prometidas. Eran miles de adelantos científicos y tecnológicos que no veían la luz del día por culpa de chupa-tintas que se embolsaban cientos de millones conservándolos en la sombra.

-“¿Por qué?” Había preguntado en ocasiones.

-“Porque no es rentable” le contestaban. “¿Por qué ganar dinero sólo a una “cuarta generación” si podemos aprovechar la “primera”, la “segunda”, y la “tercera” también? ¿Qué más da que sean posteriores?”

-“Entonces los progresos serán mucho más lentos”

-“Sí. Pero más rentables”

No. Esa idea llevaba tomando forma desde hace mucho tiempo. Hoy no era más que el día en que decidió llevarla a cabo.
Eva era una mujer interesante. Como hecha a medida para la mayoría de las situaciones que nos presenta la vida. Su trabajo tan sólo un recurso. Un medio. Una forma de conocer el mundo y a cuantos andan por él. Era hermosa por lo que podía permitirse el lujo de escoger la clientela, sus especímenes a observar.
Malcom, el doctor, era uno de sus últimos ejemplares. Se conocieron en una timba de póker. En el cuarto trasero de una de esas tabernas oscuras y lúgubres situadas en un callejón igual de oscuro. Ella encontraba divertido ganar a los hombres en lo que ellos consideraban un juego “no apto” para mujeres.

-“Dinero fácil” Pensaban cuando la veían entrar por la puerta enseñando un abanico de billetes. “Zorra mentirosa y estafadora” es lo que oía a sus espaldas cuando salía con toda la recaudación de la noche.

El doctor la atrajo de inmediato. La típica mesa con tapete verde. Una lámpara suspendida del techo justo encima. Una densa nube de humo mal oliente creando fantasmagóricas formas bajo el haz de luz. Seis o siete hombres rudos. Serios. Con cara de pocos amigos y de no dejar escapar ni un gemido aunque le reventaras una botella en la cabeza. Y en medio de todo aquel tipiquísimo cuadro, estaba él.

-“Malcom” “Doctor Malcom” Dijo siendo el único en levantarse.

Su tez blanquecina, su pelo corto y engominado, su ropa limpia y de color claro y unos ojos ligeramente asustados y alerta tras aquellos redondos cristales; indicaban que aquel no era su sitio.

-“Encantada. Me llamo Eva”.

Sólo tuvo ojos para él. Incluso no le importó perder algunas manos por estar más atenta en encontrar su mirada que en las cartas que jugaba.
Al terminar, el alcohol y el instinto hicieron el resto. Eva tenía armas y sabía cómo usarlas.
Subieron a su casa. Él le comentó cuanto odiaba ese tipo de lugares, pero que por motivos de trabajo y otros problemas tuvo que acercarse a Jonás, un traficante de tecnología punta.

-“Para concluir una de las fases preliminares necesito que ese hombre me consiga un aparato específico”

Tuvieron sexo. Sorprendentemente bueno para lo que ella esperaba. Tanto, que hacía mucho tiempo que no se quedaba plácidamente dormida tras consumarlo. Se sorprendió a sí misma soñando con una vida diferente. Un hogar. Un único hombre. Y ese hombre tenía el rostro del Dr. Malcom. Castillo de naipes que se derrumbó cuando él la llamó por otro nombre y la echó de su casa.

jueves, 15 de enero de 2009

Un rostro y un nombre...(6ª parte)

Miré los paneles de posición que se encontraban encima de la compuerta.

[“C-4”…]

En ese cuadrante y en el “B-4” se encontraban los motores de rotación para crear la gravedad artificial dentro de la ciudad.

[Si perdieran algo de energía y la gravedad se viera comprometida… saltaría el programa de seguridad y semi-bloquearía las puertas… dejando atrapado al Robot Señora pero no a mí…]

Abrí la compuerta.

#Ve delante humano#

Accedimos a un corredor lateral exterior pero sin módulos trasparentes. Es decir, para evitar posibles síntomas de claustrofobia, todos, o la mayoría de los pasillos de la periferia de la ciudad, contaban con planchas transparentes a modo de grandes ventanales o como se les llamaba en la Novus Spes,ei, “miradores”. Excepto los pasillos interiores, los cuales detrás de sus paredes tenían otros pasillos, habitáculos, etc… y los corredores exteriores de los módulos “B-4” y “C-4” que al albergar partes móviles y de la maquinaria que hacía posible la gravedad artificial, carecían de ellos por seguridad.
Las compuertas formaban una hilera a mi izquierda. Yo cojeaba de la pierna derecha. Fingí sostribarme sobre uno de los conmutadores de apertura y seguidamente en otro, que en este cuadrante no se encontraban junto a las compuertas sino frente a cada una, al otro lado del pasillo. Esto era debido a que entre escotilla y escotilla no había un marco suficiente para albergar el mecanismo. Como tampoco había “miradores” habían aprovechado ese espacio para los conmutadores.
El androide reaccionó a mi movimiento poniéndose en situación de alerta. Centrando todos sus sensores hacia mi posición para tratar de averiguar qué ocurría. Yo sabía que la compuerta se abriría con algunos segundos de retardo y con cierto ruido. Lo suficiente como para volver a llamar la atención del engendro sobre la escotilla que se encontraba a nuestra izquierda.
Cuando se giró me impulsé hacia la escotilla que justo comenzaba a abrir el segundo conmutador que había pulsado. Fue visto y no visto. Éste Robot señora era un modelo pesado, para operaciones grandes. Casi indestructible. Incluso podía salir al espacio y realizar cortos paseos sin ningún tipo de protección. Pero en distancias cortas era lento.
Oí cómo me seguía. Pero no había mucho espacio, el habitáculo estaba lleno de los contenedores nucleares que hacía funcionar el sistema de rotación. Para él era difícil moverse.
Accedí al panel de control del sistema de refrigeración del pequeño reactor nuclear.

[Ésto saturará el sistema…]

Evidentemente los sistemas de prevención evitaban que pudiera desconectarse así como así. Lo que hice fue puentear el regulador de voltaje de los inyectores de nitrógeno líquido. Éstos calculaban el porcentaje necesario de N2 que requería el reactor para no recalentarse expulsando la cantidad indicada. Eran altamente sensibles a la electricidad con lo que a la primera pequeña subida de tensión se volvieron locos enfriando en exceso el reactor. Todo el sistema se colapsó en apenas unos segundos. Como había planeado, la energía quedó para seguir produciendo la gravedad artificial. Con lo que las compuertas abrían tan sólo una cuarta parte de su capacidad.
Salir fue fácil. Aunque no tardaría en percatarse de que me había escapado ni en encontrar la forma de penetrar la compuerta por sus propios medios.
Tenía que centrarme en los hechos.

1-Toda la tripulación de la ciudad espacial había desaparecido misteriosamente.

2-Sueltan un R.S para que me localice y me extermine.

3-Un extraño animal entra en el compartimento donde Nagre y yo descansamos.

[¡Nagre! ¡Por Ford! Me olvidé completamente de él.]

lunes, 12 de enero de 2009

Las cosas no cuadran...

Llevo bastante tiempo echando números , y las cosas no cuadran... El contador de visitas, como veis marca docemil y pico pero no es sólo ese cuadrito verde a "vuestras derechas" eso es la información que os da a vosotros, detrás de él hay todo un programa que controla las personas que entran y salen de impronta.
El caso es que el flujo de entradas ( y no penséis mal) es bastante aceptable para lo que yo esperaba. Os lo diré, una media de entre 20 y 50 personas al día. (A veces entran 10 y otras 80, pero la media es esa).
El caso es que de un tiempo a esta parte noto un silencio "post-nuclear" en el blog. Realmente me cuesta creer que alguien lea el blog o alguna parte al menos. O sois todos muy tímidos (cosa que no creo porque aquí nadie se come a nadie) o es que los datos son erroneos...
no sé... ¿Hay alguien ahí?

domingo, 11 de enero de 2009

Hacia el futuro... [ 1 ]


1


Una húmeda y tibia lengua se restregó contra su nuca muy levemente. Sintió cómo el calor de la respiración le abrazaba el cuello. Una decena de dedos le agarraron fuertemente las sienes revolviéndole el pelo. Ahora había perdido la concentración, al menos la mayoría, por lo que le fue inevitable no dejarse llevar.

-Deja esos aburridos cálculos y ven a la cama conmigo…

La voz hablaba a sus espaldas. A traición. Completamente cargada de sensualidad pero también con una pizca de agresividad y cierta jerarquía que la hacían irresistible.

-Aún me queda mucho, debo seguir con el trabajo o no hallaré nunca una solución.


Ella, lejos de renunciar a sus deseos carnales, volvió a la carga. Se desabrochó el sujetador sonoramente y lo tiró a su lado. Él no pudo reprimir el acto reflejo de mirarlo de reojo.


-Ahora no llevo más que el camisón de seda negro. ¿Por qué no vienes y terminas de quitármelo…?


Sintió la tentación rondándole. Se quitó las gafas y las colocó encima de la mesa de trabajo. Se frotó la cara con ambas manos y respiró hondo.

Notó como se acercaba. Despacio. Soltándole los primeros botones de la camisa. Introduciéndose bajo ella. Acariciando sus pectorales. Susurrándole.

-Ven conmigo por favor… y hazme tuya… Dr. Malcom.


Sus labios lo atraparon en un incesante torrente de pasión.


-¡Para! Sonia, he dicho que pares.


La voz, antes melosa y suculenta. Se tornó áspera y distante.


-Está bien. Como quieras. Y me llamo Eva. ¡É-VA!


-Eva, Sonia. Qué más da. Coge tus cosas y lárgate. Tengo trabajo.


Esperó hasta escuchar el portazo. Luego volvió a introducirse de lleno en su trabajo.
Pasaron varias horas antes de que el cansancio y la frustración colmaran su paciencia.
Tratar de fabricar algo como aquello no era tarea fácil y él lo sabía. Pero en ningún momento llegó a pensar que se encontraría con tales dificultades. Dificultades que ya, comenzaban a parecerle insalvables.
Toda su vida. Al menos desde que él recordara. Había tenido debilidad por los avances. De cualquier tipo, no importaba. Aquello que aportara algo novedoso a lo que ya conocía era siempre bien venido. Una vez lo tenía en sus manos, ya pasaba a ser un objeto viejo al que no prestaba atención y a buscar su actualización.
En la juventud, todo tipo de películas sobre máquinas del tiempo, viajes a través de agujeros de gusano, y androides provenientes del futuro llenaron su cabeza de ilusiones y esperanzas. Hoy, sus estudios de Mecánica Cuántica, Termodinámica, Física Atómica y molecular, entre otros, le habían hecho creer que podría encontrar las respuestas adecuadas. El camino indicado hacia su gran sueño. Alcanzar el futuro.

-¡Fabricaré mi propia máquina del tiempo!


Se dijo. Pero después de casi 10 años de trabajo. Seguía sin tener nada. Solamente unas cuantas películas de ciencia ficción y un montón de chatarra tecnológicamente avanzada en su laboratorio. Ahora, consciente de ello, trazaba un plan mucho más realista.


-Si no puedo ir al futuro. Haré que el futuro venga a mí.

miércoles, 7 de enero de 2009

Un rostro y un nombre...(5ª parte)

Nada parecía estarse quieto. Notaba como si el suelo se deslizara por debajo de mí.

[¿Qué demonios ocurre?...]

Conseguí entre abrir los ojos. En efecto el suelo se movía. El engendro mecánico agarraba mi pierna derecha y me llevaba arrastrando por una de las cubiertas de la Novus Spes,ei. Sus rítmicas pisadas me acercaban paso a paso hacia la muerte. Una muerte, lenta y dolorosa.
Pensé en luchar, agarrarme, tratar de impedir el avance, pero tenía que ser realista. La mano biónica del cyborg no se soltaría, antes desgarraría el miembro. Aquel monstruo, aquella máquina, jamás se detendría ante nada. Ni dudaría ni se arrepentiría. Ni se asustaría ni recapacitaría. Por el momento, parecer inconsciente era mi mejor defensa. Usar mi cerebro, el único arma de que disponía.

[Si las directrices del robot eran que “toda forma de vida debía ser exterminada” ¿por qué no ha cumplido aún su cometido?...]

Pensaba. Cuando se detuvo frente a una compuerta. Parecía tener problemas con la apertura de la misma. Los androides tenían un sistema inalámbrico para accionar las compuertas ya que sus manos no les permitían manipular los controles manuales humanos.
Yo miraba con los ojos entreabiertos mi alrededor en busca de algún arma ofensiva que pudiera agenciarme. Nada.

#Humano#

Era escalofriante sentir una de esas voces dirigiéndose directamente a ti. Yo por supuesto me hice el desmayado.

#Humano#

Y mientras lo repetía giró todo su cuerpo de la cintura para arriba, dejando sólo las piernas en la posición original frente a la compuerta.

# Mis sensores me indican de tu conciencia. Deja de fingir o muere #

Me había descubierto. Abrí los ojos.

#Usa tu código de apertura#

-No tengo

Sin mediar palabra comenzó a apretar mi pierna que aún mantenía sujeta.

-¡Ahhhggg!

#Usa tu código de apertura#

-¡Está bien!, está bien… Abriré.

Tal y como tenía la pierna, correr no era una solución. En el mejor de los casos me alcanzaría antes de poder escabullirme. En el peor, me dispararía sin pestañear.
Miré el teclado de códigos. La escotilla se abría desde el lateral.
Me levanté lo más despacio que pude. Tratando de ganar tiempo para pensar en una solución.
De pronto recordé que en caso de que la energía de la ciudad disminuyera por la razón que fuese, las compuertas, siguiendo un programa de seguridad, veían su acción reducida a casi una cuarta parte. Dejando el paso justo para una persona, bajando con mucho el consumo de energía para poder distribuirla a labores más necesarias. Ahora bien, la Novus Spes,ei, por lo que me había informado antes de llegar aquí; tenía cuatro generadores nucleares principales. Cada uno de ellos alimentaba una parte distinta de la ciudad. Así, en caso de que alguno de ellos fallase, no se daba por perdida toda la estación espacial.

Dividida en los cuadrantes A, B, C y D (imaginemos un cuadrado dividido en estas cuatro partes) y estas a su vez divididas en seis pisos( y ahora un cubo) con lo que tendríamos cuadrante “A-1” “A-2” “A-3”… “B-1” “B-2”… así los cuatro cuadrantes hasta el sexto piso. Por supuesto la forma de la Novus Spes,ei no era precisamente la de un cubo, pero pensarlo así era un modo práctico para poder localizarte dentro de la inmensidad de la ciudad flotante.